La Constitución de 1876
La Constitución española de 1876 es un texto flexible con el objetivo de permitir gobernar de manera estable a los partidos que acepten el sistema, sin embargo su inspiración es claramente conservadora, siguiendo el ideario de Canovas. En ella se recoge:
- La declaración de derechos y deberes: es amplia y recoge las conquistas de la Constitución española de 1869, pero en la práctica estuvieron restringidos, especialmente los derechos de imprenta y expresión, así como los de asociación y reunión.
- El principio de soberanía compartida: establece que la potestad de hacer leyes reside en «Las Cortes con el Rey».
- La división de poderes: el poder legislativo reside en unas Cortes bicamerales. El Senado (compuesto por tres tipos de senadores: por derecho propio, por designación real y por elección). El Congreso es elegido por sufragio directo; será el partido que gobierne el que determine por la ley electoral si el sufragio debe ser censitario o universal.
- El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros. El rey elige libremente al jefe de gobierno y no es responsable ante las cortes.
- El poder ejecutivo lo ejerce la Corona a través de los ministros. El rey elige libremente al jefe de gobierno y no es responsable ante las cortes.
- El poder judicial es independiente.
- El centralismo se acentúa porque los ayuntamientos y las diputaciones son controlados por el gobierno y se suprimen los fueros vascos.
La cuestión religiosa se resuelve mediante el
reconocimiento de la confesionalidad católica del país y la garantía del
sostenimiento del culto y del clero y el reconocimiento de otras creencias pero
sin manifestaciones públicas
Cánovas defendía que la propiedad individual de la tierra y la autoridad
eran los dos soportes necesarios del mundo socio-político.
«Las verdades
madres preciso es buscarlas en la Teodicea y en el estudio real de la asociación
humana, orgánicamente representada por el Estado; el cual, como más fácil de restaurar
que la fe donde una vez falta, parece hoy destinado a quedar por áncora última
de las naciones naufragas»
Para Cánovas, la autoridad era la necesaria y primera facultad de la sociedad. El orden su consecuencia benefactora. La libertad no sometida a la autoridad era pura anarquía. La tradición el pilar de la enseñanza y las señas de identidad. La monarquía la fuente de la vida y el progreso. El catolicismo: la suprema e incontestable verdad, principio y fin de la moral y la ciencia, pero en su credo no existía la palabra esclavitud, pues, gracias a ella, tanto él como su hermano José se enriquecieron en Cuba.
Fuentes secundarias
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